Entre Santiago, la capital de Chile, y Jerusalén hay 13.220 km. Aún así, el país sudamericano alberga hoy una de las diásporas palestinas más grandes del mundo.
"Somos entre 600.000 y 800.000 descendientes directos, e incluso chilenos que tienen terrenos en Palestina, sobre todo en Cisjordania (ocupada)", explica Susana Giacaman, nieta de palestinos y una de las voces más comprometidas con su causa a en Chile. "Está en mi ADN".
Los palestinos comenzaron a llegar a Chile a finales del siglo XIX. La inmigración alcanzó su punto máximo en el siglo XX a lo largo de tres décadas. Después de que las milicias sionistas empezaran las limpiezas étnicas en Palestina para establecer el estado de Israel a fines de la década de 1940, la migración palestina hacia Chile ganó más impulso. Lo mismo ocurrió a fines de la década de 1960, tras la invasión de Israel a Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.
Muchos de los palestinos que llegaron a Chile en el siglo XX hicieron un gran esfuerzo por preservar sus raíces. De hecho, en 1920 se fundó en Santiago el Club Deportivo Palestino (CDP), un equipo único en el mundo, cuyo estado tiene una capacidad para 12.000 personas y sus jugadores suelen salir a la cancha con el keffiyeh, pañuelo tradicional de Oriente Medio, en solidaridad con el pueblo palestino. Un club del que, por supuesto, Susana es simpatizante. “El Club Deportivo Palestino tiene un valor simbólico, político y de resistencia para nosotros. Y mantiene vivo a un pueblo ql que quieren desaparecer a través de una limpieza étnica”.
En la actualidad, Susana, de 41 años, trabaja como nutricionista en Viña del Mar, pero su corazón siempre estuvo inclinado a la patria de sus orígenes. "Mis abuelos me transmitieron el calor por las costumbres y por Palestina", cuenta Susana. “Y esa es la mayor herencia que me dejaron”.
El papel del poeta Mahmoud Darwish
A menudo su familia recitaba poemas del palestino Mahmoud Darwish, los cuales dejaron huella profundas en Susana.
Pablo, su padre, nunca dejó de enseñarle sobre los problemas que enfrentan los palestinos, la ocupación, la negación de derechos y la censura. Y no se quedaba sólo en la teoría.
"Desde siempre mi padre iba a las marchas y yo lo acompañaba. Siempre salíamos con una bandera palestina", recuerda Susana. "La causa palestina siempre fue el motor para el resto de las causas sociales de mi familia. El punto de partida y la razón principal donde se encontraban todas las causas de la humanidad: justicia, social, de clases, anticolonial, derechos humanos. Así que a todo se iba con la bandera palestina".
Solidaridad palestina
Estas experiencias la impulsaron a Susana a desafiar la narrativa sionista en los medios de comunicación. Unirse a movimientos de solidaridad y comprometerse cada vez más en el activismo por Palestina.
Al final de su adolescencia participó en la Unión Árabe de Chile y el movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) Valparaíso, que exige sanciones no violentas, desinversiones y castigos económicos contra Israel.
Para Susana, el genocidio en curso de los últimos 15 meses y los 47.000 palestinos muertos, en su mayoría mujeres y niños, la ha impulsado a denunciar a través de las redes sociales lo que llama "crímenes de guerra crueles y miserables".
En enero de 2024, el presidente de Chile, Gabriel Boric, también levantó la voz por la causa Palestina. "Gaza está peor que Berlín en 1945”, comparó. “Prácticamente todas las viviendas han sido destruidas y 1,5 millones de personas no tienen dónde dormir y muy poco qué comer… Esa masacre tiene que acabar ya."
“Boric es uno de los presidentes que se ha manifestado más y siempre está con la causa palestina”, señala la activista.
En su cuenta de Twitter, Susana ha reunido más de 10.000 seguidores. Allí difunde campañas de pegatinas de calcomanías palestinas en zonas de Santiago, denuncia el papel de corporaciones occidentales como McDonald's o Coca-Cola en el genocidio, y muestra la imagen de un puñado de llaves, símbolo del derecho palestino al regreso a Cisjordania ocupada tras la Nakba, luego de los 76 años de limpieza étnica que han dejado un estimado de 6 millones de refugiados palestinos y cientos de miles de muertos.
Susana cree que estos mensajes ayudan a generar más conciencia global y solidaridad universal con Palestina. Sin embargo, admite que a menudo hay una gran resistencia por parte de las narrativas sionistas que involucran altos niveles de censura, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales.
"Vemos hoy en día que se ha llegado a un pico de censura incluso cerrando cuentas como TikTok desde Estados Unidos", se alarma.
Apoyo de Estados Unidos
La activista palestina también destaca el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel a lo largo del genocidio.
"No podemos olvidar que fue (el expresidente) Trump, en su administración anterior, a través del lobby sionista, quien reconoció ilegalmente a Jerusalén como la capital de Israel, incluso colocando la embajada allí de forma ilegal," recuerda Susana. Está convencida que esto le permite a EE.UU. reafirmar su influencia en Oriente Medio, vinculada a sectores clave como el gas, el petróleo y las rutas comerciales.
Desde Chile, Susana pide a distintas naciones que se alejen de la dependencia del dólar, y así reducir la influencia de Washington a nivel internacional.
Un acuerdo de alto el fuego no muy convincente
Susana toma el reciente acuerdo de alto el fuego con cautela. "Ninguno acuerdo trajo hasta ahora un cambio a la vida del pueblo palestino, ni crearon un Estado palestino”, señala.
"La lucha por la liberación palestina es la lucha contra la ocupación, el apartheid y la colonización. Estas luchas continuarán tanto dentro de Palestina como fuera de ella”, concluye. “Es una lucha para toda la humanidad que se considera moral, ética, justa y, sobre todo, que quiera ser libre".