Con el nuevo mandato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, existe la preocupación de que su segundo gobierno provocará aún más tensiones en su relación complicada con China.
El mandatario amenazó con aumentar los aranceles al comercio con China y nombró a políticos hostiles a Beijing para puestos importantes en su gabinete.
Por su parte, China no ha evitado proyectar fuerza como parte de su política exterior. Ha modernizado rápidamente su ejército y ha buscado expandir su arsenal nuclear. También está construyendo todo un conjunto de instituciones como el BRICS y su iniciativa de la “Franja y la Ruta” que desafían a la hegemonía estadounidense.
A pesar de las posiciones opuestas de cada lado, tanto Washington como Beijing son profundamente conscientes de la necesidad de dialogar y evitar un conflicto abierto.
¿Cuál es la base del conflicto?
Tanto China como Estados Unidos persiguen intereses estratégicos paralelos pero también divergentes. Ambos países son socios comerciales de importancia crucial entre sí. Sin embargo, ambos países también están divididos en la cuestión de Taiwán.
China considera a la nación una parte no negociable de su integridad territorial, dice el experto en China y profesor de la Universidad de Georgetown Arthur Dong. Por el contrario, Estados Unidos está comprometido con un Taiwán independiente y considera a la nación la pieza central de la economía global, afirma Dong.
La importancia del país como productor del 90% de los semiconductores del planeta es crucial para la hegemonía económica estadounidense.
"Lo que se produce (en Taiwán) impulsa la innovación y las industrias en todo el mundo", dice Ryan Hass, presidente de estudios sobre Taiwán en el Brookings Institute. Estados Unidos preferiría mantener un activo tan importante en su esfera de influencia.
En este contexto, la inquietud por el creciente conflicto ha impulsado a China a reforzar sus capacidades militares.
"China realmente ha estado fortaleciendo la armada, agregando más de un buque por mes. Además de fortalecer la gran parte de sus equipos militares”, dijo Dong.
Por ello, Estados Unidos desconfía de la postura militar de Beijing. Más aún porque entiende que “Taiwán es visto como el barómetro de la credibilidad de los compromisos de seguridad de Estados Unidos”, afirma Ryan Hass.
Este clima de conflicto está empujando a Trump a adoptar una postura dura contra China. Lo está haciendo anunciando la imposición de aranceles de hasta el 60% a las importaciones chinas y llenando su gabinete con políticos antichinos bien conocidos, como el senador Marco Rubio, explica Dong.
¿China y EE.UU. en la mesa de negociaciones?
A pesar de las duras acciones de ambos lados, tanto el presidente Trump como el presidente Xi entienden los beneficios de sentarse a la mesa de negociaciones en lugar de un conflicto en aumento.
Con las dos economías tan entrelazadas y la naturaleza incierta de un conflicto militar, ambos países entienden que la única salida de este conflicto es la mesa de negociación.
Evan Medeiros es experto en políticas sobre China y académico de Ciencia Política del este de Asia. Insiste en que una presidencia de Trump es de hecho una gran oportunidad para Beijing.
Considera que los chinos entienden que por volátil que pueda ser la gestión de las relaciones con Trump, “él no es alguien que vaya a mantener a Estados Unidos en una trayectoria de competencia a largo plazo”.
El profesor Dong también concuerda sobre el futuro presidente: “Trump es un presidente transaccional”. Cree que Xi Jinping tiene una comprensión clave de esta modalidad y que esto deja la puerta abierta al diálogo.
¿Qué buscan en las negociaciones?
¿Cómo pueden ambas partes lograr un equilibrio entre la firmeza en un tema tan difícil como Taiwán y la negociación en cuestiones que requieren un consenso mutuo, como el cambio climático, la regulación nuclear y el futuro de la inteligencia artificial?
El profesor Dong cree que ambas partes tendrán que sentarse a discutir abiertamente los puntos geoestratégicos y económicos que son negociables y los que no.
Tanto los expertos Dong como Medieros coinciden en que en lo más alto de las prioridades políticas de Estados Unidos está el apoyo chino a Rusia, en particular su apoyo a la incursión rusa en Ucrania. “Un eje China-Rusia muy sólido tiene enormes consecuencias para nosotros [Estados Unidos]”, cita Medeiros.
Arthur Dong coincide: “Lo más importante para Estados Unidos es que les gustaría ver a China retirarse o, al menos, reducir su apoyo a Rusia en lo que respecta a la guerra en Ucrania. Si China se compromete (a esto), existe la posibilidad de que Estados Unidos vuelva a considerar la propuesta de los aranceles”.
Este último punto es importante porque subraya una de las líneas rojas de China: el comercio y la economía: “La economía china está sufriendo actualmente un declive significativo. Por lo tanto, cortar el mercado estadounidense a las exportaciones chinas sería una especie de golpe a la economía china. Esto podría verse como una provocación”, cita el profesor Dong.
Pero dada la amplia interrelación económica entre China y Estados Unidos, la economía estadounidense ciertamente no sería inmune a las políticas comerciales antichinas, y tampoco lo sería la política estadounidense.
Si bien Trump puede querer adoptar una postura dura con respecto al comercio con China, la realidad es que no puede sancionar los productos chinos sin sancionar a su propia base de votantes.
Como observa el profesor Dong: “Los productos que vienen de China en realidad brindan un consuelo considerable a las vidas de las clases bajas de Estados Unidos.”
“Trump ganó sobre la base de la inflación”, dice Dong. “El apoyo que recibió en esta última elección se debió en gran medida a muchas personas que sintieron que la inflación fue una especie de factor impulsor de la decisión de votar por Trump. “El aumento de los precios de la ropa, los juguetes y los muebles para el hogar afectará a la gente que más votó por él y ellos volverán en el próximo ciclo electoral y seguramente mostrarán su descontento y votarán en contra de los republicanos”.
En última instancia, tanto China como los EE.UU. están naturalmente interesados en asegurar sus posiciones principales en los escenarios geopolíticos y económicos del mundo. Beijing y Washington tendrán que sentarse y jugar un acto de equilibrio muy cauteloso y muy cuidadoso para asegurar la viabilidad y el éxito continuos de ambos.