Estados Unidos y Rusia sostuvieron conversaciones cruciales en Arabia Saudita el 18 de febrero, a las que no fueron invitados representantes de Europa ni de Ucrania. Durante la reunión, los dos países acordaron designar equipos de alto nivel para trabajar en terminar la guerra entre Moscú y Kiev. Esta exclusión profundizó la ansiedad europea ante la posibilidad de quedar marginada en las decisiones sobre el futuro de Ucrania.
Además se espera que en los próximos días se reúnan los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladimir Putin. Trump, conocido por su enfoque transaccional en las alianzas, ha impulsado las negociaciones sin involucrar a los aliados europeos de Washington, lo que ha tensado las relaciones transatlánticas.
En respuesta, legisladores de la UE instaron a Europa a "redoblar los esfuerzos" para fortalecer sus defensas y apoyar a Kiev. Al mismo tiempo, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, insistió en que cualquier negociación para poner fin a la guerra debe ser "justa", así como incluir a los países europeos.
Estos recientes desarrollos plantean una pregunta incómoda: ¿es Europa el gran perdedor de este prolongado conflicto?
Jeffrey Sachs, analista político estadounidense y profesor en la Universidad de Columbia, ha enfatizado durante mucho tiempo que Europa y Ucrania son las que más han perdido en esta guerra.
"No hay ganadores en esta guerra. Todos están perdiendo. Ucrania es, por supuesto, el mayor perdedor, porque esto es devastador para el país. Europa es el siguiente gran perdedor, ya que las consecuencias económicas y sociales son enormes", afirma Sachs.
Según este experto, Europa ha sido una víctima económica de una guerra en gran medida dictada por Washington. "La crisis energética, la desindustrialización y la inflación en Europa son todas consecuencias de las decisiones tomadas por Washington, no por Bruselas".
Los precios del gas han aumentado en las últimas semanas, alcanzando un máximo en dos años, debido a las bajas temperaturas y la disminución de los niveles de almacenamiento.
Samantha de Bendern, asociada a la organización Chatham House, coincide con esta lectura y señala que lo mismo ocurrió en Riad. "Las decisiones sobre el futuro de Ucrania y la seguridad europea se tomaron en otro lugar, sin la UE en la mesa. Esto envía un mensaje inquietante", explica a TRT World, destacando las crecientes preocupaciones de Europa.
Los peligros del compromiso
Desde que Rusia lanzó su ofensiva militar contra Ucrania el 24 de febrero de 2022, la UE se posicionó como el principal apoyo de Kiev. Los países miembros del bloque enviaron decenas de miles de millones de euros en ayuda militar, financiera y humanitaria, además de imponer sanciones extensas a Rusia y optar por reducir drásticamente los suministros de energía de Moscú.
Hasta enero de 2025, alrededor de 6,3 millones de refugiados ucranianos viven en países miembros de la UE.
Estas medidas, destinadas a debilitar a Rusia y apoyar a Ucrania, han terminado por afectar gravemente la estabilidad económica de Europa, dicen analistas.
Uno de los golpes más significativos se debió a la interrupción de los lazos energéticos con Rusia. Antes de la guerra, Rusia era el principal proveedor de gas natural de Europa, con países como Alemania dependiendo en gran medida de los gasoductos rusos.
A pesar de las estrictas sanciones de la UE y de los esfuerzos por reducir la dependencia de Moscú, las exportaciones de gas ruso, tanto directas como indirectas, continuaron hasta el año pasado. Con Ucrania negándose a renovar un contrato clave de gasoducto, los suministros se han detenido, profundizando la crisis energética en Europa.
El aumento vertiginoso de los costos de electricidad y calefacción provocó un fuerte incremento de la inflación, lo que ha causado un dolor económico generalizado tanto para las industrias como para los hogares.
El bombardeo de los gasoductos Nord Stream, que Alemania atribuye a un equipo de buzos ucranianos, exacerbó aún más los problemas energéticos de Europa, obligando al continente a buscar alternativas costosas.
Mientras tanto, la generosa ayuda militar y financiera de Europa a Ucrania ha agotado los presupuestos nacionales, presionando aún más los recursos en un momento en que las economías europeas ya sufren inflación, deuda y crecimiento lento.
Además, la afluencia de refugiados ucranianos, combinada con los desafíos migratorios preexistentes, ha ejercido una inmensa presión sobre los sistemas sociales europeos y ha avivado las tensiones políticas dentro de losmiembros de la UE.
Algunos analistas argumentan que Europa podría haber evitado su situación actual si hubiera priorizado sus propios intereses en lugar de alinearse con Estados Unidos en la "guerra por poderes" del Gobierno del expresidente Joe Biden contra Rusia en Ucrania.
Sin embargo, De Bendern afirma que la UE tenía pocas opciones cuando Rusia lanzó su ofensiva militar. "Una vez que comenzó la guerra, Europa se encontró acorralada, con opciones limitadas más allá de apoyar a Ucrania", enfatiza.
Marginación geopolítica
Tres años después del comienzo del conflicto, es cada vez más claro que, a pesar de su vasto apoyo político, militar y económico a Ucrania, Europa ha sostenido la carga más pesada de esta guerra prolongada.
La presión de Trump para avanzar en los reciente diálogos entre funcionarios de Estados Unidos y Rusia en Riad marcó un cambio drástico en los esfuerzos diplomáticos. Sin embargo, lo que más ha alarmado a los líderes europeos es su exclusión de estas discusiones clave.
Este desaire diplomático quedó en evidencia en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich y en la reunión de emergencia en París, a donde los líderes europeos llegaron para discutir el futuro de Ucrania. A pesar de sus preocupaciones, sus voces siguen siendo secundarias ante el impulso unilateral de Trump por un acuerdo.
El enviado especial del presidente de Estados Unidos para Ucrania, Keith Kellogg, declaró sin rodeos que incluir a demasiadas partes solo complicaría el proceso, subrayando aún más el desprecio de Washington por sus aliados europeos.
Sin embargo, algunos analistas sugieren que Europa no puede ser ignorada a largo plazo. "No creo que la UE pueda ser completamente excluida de las negociaciones sobre Ucrania", afirma a TRT World, el analista de política exterior y seguridad Elnur Ismayil, radicado en Estambul.
Ismayil también señala que, incluso después de la reunión en Riad, Washington intentó calmar las preocupaciones al afirmar que las naciones europeas tendrían un lugar en la mesa de negociaciones "en algún momento".
Escasez militar
Sin embargo, tales garantías han hecho poco para convencer a los líderes europeos, quienes son muy conscientes de que su seguridad y estabilidad económica están en juego, y siguen profundamente escépticos ante cualquier acuerdo que los margine en las decisiones que moldeen el futuro del continente.
Durante años, los líderes europeos han debatido cómo disminuir su dependencia de un Estados Unidos impredecible. A principios de febrero, en una reunión convocada urgentemente en París, sus preocupaciones se transformaron en la incómoda aceptación de una nueva realidad: el aliado más fuerte de Europa se comporta cada vez más como un rival, dicen los analistas.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller de Alemania, Olaf Scholz, enfatizaron que cualquier resolución debe involucrar a Ucrania y a Europa.
"Europa ya no puede confiar plenamente en Estados Unidos para defender nuestros valores e intereses compartidos, incluido el apoyo continuo a la soberanía e integridad territorial de Ucrania", señaló un comunicado del Partido Popular Europeo, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, Renovar Europa y el Partido Verde Europeo.
"Debemos enfrentar esta nueva realidad y redoblar nuestro esfuerzo conjunto europeo en defensa de Ucrania y la seguridad europea en su conjunto, estableciendo una disuasión creíble y fuerte contra cualquier agresión", continuó la declaración.
Samantha de Bendern, de Chatham House, argumenta que las dificultades de Europa para reemplazar la ayuda militar estadounidense a Ucrania exponen profundas debilidades políticas e industriales que dejan al continente vulnerable.
"Desde la elección de Donald Trump como presidente de EE.UU., la pregunta en la mente de todos es si Europa, incluido el Reino Unido, puede reemplazar la asistencia militar que EE.UU. está dando a Ucrania. La respuesta corta es no. Las razones de esto son una mezcla de política y capacidades", explica.
Aunque la UE y Estados Unidos han contribuido con cantidades aproximadamente iguales de ayuda militar a Ucrania –alrededor del 43% cada uno–, las naciones europeas necesitarían duplicar sus contribuciones para compensar una posible retirada de Washington.
Sin embargo, De Bendern destaca que "la situación política actual en Europa, junto con las capacidades militares reales de los países europeos individuales, significa que el continente no podrá intensificar su apoyo a corto plazo. Esto es malo para Ucrania y son malas noticias para Europa".
En ese sentido, explica que el problema fundamental radica en el abandono durante décadas de la base militar-industrial europea. "Después del final de la Guerra Fría, la mayoría de los países europeos redujeron su producción militar y/o cambiaron sus modelos industriales militares, centrándose en los mercados de exportación y la producción justo a tiempo", explica la experta.
Incluso Alemania, ahora el mayor donante europeo de Ucrania, necesitaría décadas para reponer sus reservas a los niveles de la era de la Guerra Fría, a pesar de aumentar el gasto militar.
Un aliado impredecible
Otro gran revés para Europa han sido las divisiones internas que han surgido tanto en la UE como en la OTAN. Mientras países como Polonia, los Estados bálticos y los nórdicos han presionado para adoptar una postura más agresiva contra Rusia, otras naciones, particularmente Alemania y Francia, han sido más cautelosas, inclinándose por una resolución diplomática.
Incluso antes de la victoria de Trump, la distancia de EE.UU. y Europa parecía probable debido a las crecientes tensiones dentro de su sector de defensa y al giro estratégico militar hacia Asia y Oriente Medio, un cambio que se venía gestando desde el Gobierno de Barack Obama en 2013, señala De Bendern.
Europa había anticipado durante mucho tiempo las consecuencias de la llegada de Trump, especialmente para Ucrania, pero el continente sigue dividido en su enfoque. "Esta falta de unidad ha debilitado la capacidad de Europa para actuar de manera decisiva", subraya.
De Bendern enfatiza que, aunque la OTAN sigue siendo la columna vertebral de la seguridad europea, la guerra entre Rusia y Ucrania solo ha profundizado las divisiones dentro de la alianza, planteando dudas sobre si Europa podrá desarrollar alguna vez una estrategia de defensa coherente e independiente.
"La OTAN parece estar debilitada, diría que incluso sufriendo una enfermedad autoinmune", dice de Bendern. "El vínculo que parece estar debilitando a la OTAN proviene de dentro: su aliado más fuerte, el país militar más poderoso de la alianza, Estados Unidos", explica, aludiendo al discurso del vicepresidente estadounidense J.D. Vance en la conferencia de seguridad de Múnich, que algunos vieron como un "ataque a Europa".
Sin embargo, Ismayil ofrece una perspectiva más optimista para la UE. "Las crecientes tensiones con Estados Unidos podrían presentar una oportunidad para que la UE intensifique su papel y se consolide como una unión política y militar genuina", sugiere.
"A medida que EE.UU. se centra más en acciones unilaterales y margina a sus aliados europeos, la UE tiene una oportunidad única para afirmar su autonomía estratégica y tomar la iniciativa en la resolución del conflicto de Ucrania, y en la configuración de la arquitectura de seguridad europea en general", explica.
"Este cambio podría ayudar a la UE no solo a aumentar su influencia global, sino también a crear un marco de defensa más unificado y resistente capaz de abordar los desafíos futuros", concluye.